domingo, 17 de marzo de 2013

Recuerdos


¿Y ahora hacia donde? Me encontraba en un vacío sideral, estaba totalmente rígido, no podía verme, aunque sentía cada parte de mi cuerpo, una sensación lejana entre las sombras.
¿Podía moverme? Claro que si, de alguna manera el deseo me impulsaba hacia adelante y algo cambiaba. Una sensación más fresca, sabía que existía, sin embargo no podía entender donde estaba mi realidad. ¿Todo esto era qué?, ¿Después de que?
Recuerdos, una palabra, pero antes había otra, conciencia, y antes otra, individualidad y antes que todo eso: SER.
Ahí lo entendí, estaba dividido y solo, conmigo.
-¡Solo no!. Grité
Y el eco de mi voz retumbo por una eternidad.
Hay algo más, me observa la inmensidad, estoy desnudo ante ella, es mi rostro más sincero el que tengo ahora, pues no hay piel, no hay músculos ni hueso, lo sé, solo sensaciones exteriores.
Y ahora lo entendía, claro que sí, yo contra yo.
Obvio que no estaba solo, estaba conmigo, recordando porque, lo primitivo y lo esencial.
Recordé el fuego, que lastima y conforta, que arde con la pasión, lo recordé rojo, lo recordé avasallante, destructor, recordé el alma, mi individualidad.
Recordé el dolor y la alegría con la misma ambigüedad, y recordé el azul, el fuego mi alma. Recordé que la calma puede ser una tormenta violenta para apaciguar el ardor del fuego mismo.
Recordé que así existimos, entre fuego y agua, entre el cielo y la tierra, recordé que puedo pisar, y por lo tanto caer... Y eso fue necesario.
Estaba sumido ante todos mis quiebres, algo se cayó, la máscara, la de la fortaleza, no podía ocultarme de mi mismo, claro que no. mire hacia abajo, mientras se alejaba veía ese rostro tan familiar, era un espejo en el vacío, y recordé porque la usaba.
Lo había perdido todo, ya no la necesitaba.
Ya no me podía engañar, otra palabra, engaño, posterior al recuerdo, ¿por qué?
Porque yo mismo me había consumido de mentiras, de irrealidades, el fuego era dolor y sufrimiento, logre engañar a la realidad, desde mi cuerpo hacia el exterior, sin embargo... Sin embargo, ahora entonces, si no había realidad, ¿Estaba muerto? Del cuerpo al alma, y más profundo, mi ser, y ahí observaba todo, desde la inmensidad, lo que ardía, lo que no podía ser, lo que no fué, lo que no se completo, lo que debía volver.
Ese era el paso, ese era el cambio, volver, entenderlo, recordar, otra vez.
Pero esta vez no fueron sensaciones, fueron todas mis acciones y ahí recordé porque decidí arder, no por mí. Y ese fue mi error.
Sin embargo, recordé también que había cambiado algo, un mundo pequeño, sin importancia para muchos, la llama se llevo mi alma y me conciencia quedo contemplando lo que había logrado, paz.

Cesar Damian Martinez